
LAS MANOS DETRÁS DE MAMICOST
Detrás de cada negocio hay una persona de carne y hueso. Y detrás de Mamicost también.
Me llamo Roberta, soy Brasileña y me vuelve loca hacer productos a mano, preciosos y originales, para niños, bebés y mamás.
Desde pequeña, la artesanía a formado parte de mi familia.
La persona más influyente para mí en este aspecto, sin duda fue mi madre. Era profesora de niños con discapacidad intelectual y le encantaba inventar todo tipo de cosas para entretenerles y enseñarles.
Toda esa creatividad, una vez jubilada, se convirtió en un millón de actividades: pintura al óleo, construcción de muebles, creación de peluches, decoración, ganchillo… y muchas cosas más.
Mi madre se quedó en Brasil, pero antes de venir me enseñó todo lo que sabía y me transmitió su amor por las cosas hechas con mis propias manos.
Ella fue la que me sugirió probar con la costura. Y nunca podré agradecérselo lo suficiente.
Porque una vez que la probé ya no he podido dejarla.
La costura me tranquiliza, me realiza, me hace sentir que cada proyecto tiene sus fases, sus tiempos, sus etapas. Es como una terapia que me conecta con el aquí y ahora y que le da alas a mi creatividad y orden a mis ideas.
Pero es que, además, me encantan los regalos personalizados y, desgraciadamente, no pude dárselos a ninguno de mis niños.
Así que, una vez que nació mi segundo hijo, decidí que quería que los demás tuvieran eso que mis pequeños no pudieron disfrutar.
Y, de esa pasión recién hallada, nació Mamicost.
Al principio solo hacía productos para mis amigas y conocidas, pero con el tiempo ha terminado convirtiéndose en mi sueño.
Esto es lo que soy.
Y lo que quiero seguir haciendo.
Porque regalar ilusión y alegrar las vidas de los demás es una manera maravillosa de vivir.